El alemán es una de las lenguas más habladas de Europa, su número de aprendices está en auge en los últimos años pero aún abundan las personas que se resisten a aprenderlo porque son muchos los tabúes que circulan sobre este idioma. En este post desmontamos algunos de ellos, ¿es el alemán realmente tan difícil?
1.- Las palabras kilométricas
Una de las cosas que más suele llamar la atención sobre esta lengua es la longitud de sus palabras. Desde muy pronto se aprende que esto es debido a una cualidad del alemán que lejos de ser una complicación, es una ayuda para entender muchos significados a medida que se aprende vocabulario: la composición de palabras. En alemán se pueden crear nuevos significados uniendo palabras hasta el infinito, por ejemplo, habitación se dice Zimmer y dentro de la casa distinguimos las distintas Zimmern porque en la palabra que las nombra figura el verbo de la acción que en esa Zimmer se realiza: schlafen (dormir) Schlafzimmer, essen (comer) Esszimmer, wohnen (vivir, como en inglés living) Wohnzimmer… Además, todos los sustantivos (tanto propios como comunes) se escriben con mayúscula en alemán, otra gran ayuda para los aprendices de este idioma, pues se pueden reconocer tipos de palabras desde el primer vistazo.
2.- La pronunciación
Las bromas, memes y prejuicios a propósito de la sonoridad de la lengua alemana, son algo extendido incluso más allá de las fronteras europeas. Por sorprendente que parezca, en realidad la fonética alemana es bastante sencilla comparada con la francesa o la inglesa, puesto que en la lengua germana no existen los sonidos mudos (como la “h” en español), siempre se pronuncian todas las letras de una palabra.
3.- Los géneros
En alemán se conserva el género neutro. Al principio asusta este tema porque parece muy
extraño comparado con nuestro idioma, pero nada más lejos de la realidad. En
español antiguo también existía el género neutro, el artículo “lo”. Además,
también en español utilizamos los géneros gramaticales, ¿nunca te has
preguntado por qué decimos “la silla” y no “el silla”, o “el mes” y no “la
mes”?
En alemán sucede lo mismo, cada palabra tiene un género asignado,
solo es cuestión de aprenderlo y, al igual que ocurre con las personas que
aprenden español, ir percibiendo las terminaciones más comunes y las reglas de
sentido generales mediante el uso y el aprendizaje de nuevo vocabulario.
En clase siempre recomendamos ir creando un
glosario propio con las palabras que se van aprendiendo, donde figure el género
del artículo. Incluso puede ser recomendable que este glosario esté ordenado
por géneros en lugar de alfabéticamente.
Desde la perspectiva de la gramática española
no es difícil en absoluto comprender que cada palabra tiene un género, ahora
bien, si lo pensamos desde el inglés, segunda lengua con la que es más común
estar en contacto generalmente, resulta muy complicado. El inglés no tiene
género gramatical, solo las palabras que se refieren a personas pueden
clasificarse como femeninas y masculinas, pero no los objetos. En este sentido,
el alemán es mucho más parecido al español que a la lengua sajona.
4.- La declinación y los casos
Otro de los erróneos prejuicios con respecto
al aprendizaje del alemán son las declinaciones.
Se dice que son muchas, muy complicadas y aleatorias pero en realidad responden
a una marca de caso y género que
corresponde con el artículo determinado y que el resto de palabras que se
declinan (otros artículos, pronombres, adjetivos…) simplemente copian.
Los casos
son simplemente un modo de definir las valencias sintácticas de las palabras,
que también tenemos en español, porque provienen del latín. A pesar de que no
los denominamos como tal, todos los hemos estudiado y utilizado desde que
empezamos a analizar oraciones en primaria. El sujeto de la frase, por ejemplo,
siempre se expresa en nominativo, mientras que el complemento/objeto directo
está en acusativo.
El paradigma del nominativo en el artículo
determinado (“el”, “la”, “lo” en español) es der (masculino), die (femenino) y das (neutro). El resto de palabras que se declinan lo copia,
entonces las construcciones “mi madre” (meine Mutter), “ella” (sie)
o “una lámpara roja” (eine rote Lampe) siempre llevarán la marca del femenino nominativo,
como se observa, una -e.
Nada es tan difícil como se presenta a priori y con las herramientas adecuadas para entenderlo, el alemán es un idioma que se caracteriza por sus rígidas estructuras, pero a nivel de funcionamiento es casi matemático.
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